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Fernando Piruat de la Barrera. Un hombre de bien al servicio de la Abogacía

Fernando Piruat de la Barrera. Un hombre de bien al servicio de la Abogacía

Con demasiada frecuencia solo el hachazo frío e inesperado de la muerte nos pone de manifiesto la verdadera valía y dimensión de aquellas personas con las que convivimos. Solo su último trance nos hace aprender la lección vital que al irse dejan dictada.Casi por sorpresa el maldito virus se ha llevado a los ochenta y dos años de edad al bueno de don Fernando Piruat de la Barrera, un excelente letrado tan vocacional que pareciese nacido para ejercer la abogacía. Con su profesión ha disfrutado durante casi sesenta años, sirviendo a la Justicia y a las muchas personas que confiaron en su exquisita profesionalidad.

He tenido el honor de trabajar con él durante veinte años en la junta de  gobierno del Colegio de Abogados de Sevilla, siendo mi vicedecano durante un mandato. Juntos aprendimos que ser cargo de una corporación colegial solo se justifica por el servicio y entrega a quienes la integran. Para ello solo sirven quienes saben que lo importante es servir a los demás.

Fernando fue siempre un incansable servidor de todo compañero al que pudo ayudar. Por eso era tan querido y respetado. Precisamente por ello lo lloramos ahora muchos colegas y especialmente quienes tuvimos la suerte de compartir con él responsabilidades al servicio de la abogacía sevillana y andaluza, pues fue también durante varios lustros vocal del Consejo Andaluz de Colegios de Abogados.

En su día me alegró enormemente que el Ministerio de Justicia le concediese la importante Cruz distinguida de primera clase de la orden de San Raimundo de Peñafort, por sus valiosos servicios a la Justicia. Y tuve también la satisfacción de imponerle la Cruz al mérito en el servicio a la Abogacía, otorgada por el Consejo de la Abogacía Española en reconocimiento a su labor al servicio de los abogados sevillanos.

La lección vital que deja dictada lo es de excelencia profesional, bondad y espíritu de servicio. Ha sido un hombre de bien que ahora entra de lleno en la historia de su querido Colegio de Abogados de Sevilla y también en la historia de nuestra ciudad, que no en vano ha sido todo un referente en la sociedad civil hispalense desempeñando cargos en el Consejo de Hermandades y Cofradías, en el Ateneo y en otras entidades. Siempre he admirado su acentuado espíritu institucional y su inquebrantable amor a Sevilla.

El Abogado Fernando Piruat de la Barrera es de esas personas que de verdad merecen quedar reflejadas en el nomenclátor de la ciudad a la que sirvió durante toda su vida con generosidad, talante conciliador y entrega sin límites.

El nefasto virus ha impedido incluso que al final de sus días le revistiesen con la túnica nazarena de sus amores. Pero nos queda su valiosísimo ejemplo de vida y de amor a los demás, que es la mejor herencia de todo buen cristiano.

Es seguro que nuestro Padre Jesús de la Salud de su hermandad candelaria ya le ha concedido esa luz de la salud definitiva, que sólo se alcanza en la vida eterna.

Tu y yo sabemos bien que lo verdaderamente trascendente es que ya descansas en la paz de Dios, querido compañero del alma, querido compañero.

José Joaquín Gallardo Rodríguez.
Decano emérito del Colegio de Abogados de Sevilla.

 

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