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Las mulas del regente de la Audiencia

La época de la estancia de los franceses en Sevilla –el 1º de febrero de 1.810 entra en nuestra capital José Bonaparte y hasta el día 27 de agosto de 1812 se alarga la ocupación- quizá mereciera mayor atención de la que hasta el presente le han prestado los historiadores locales. La falta de documentos, destruidos muchas veces por quienes no tenían interés en que se conocieran determinadas conductas, documentos comprometedores de esas conductas, ha contribuido en gran parte a aquella situación. Lo hemos podido comprobar cuando hemos historiado ese periodo de dos años y medio de ocupación tanto en los archivos de nuestra Real Audiencia como en los del Colegio de Abogados. Pero la suerte, esa eterna diosa que muchas veces acompaña al historiador o al investigador, en ocasiones ayuda y colabora desinteresadamente a favor y beneficio de aquellos menguados mineros de la historia y les proporciona el dato fidedigno o pone en sus manos el documento esclarecedor del hecho histórico. Aquí, en este episodio que comentamos, así ha ocurrido, y el documento inesperado se presenta ante ti sin que lo busques o lo esperes y sin pedirte nada a cambio, con todo su bagaje testimonial de mayor o menor trascendencia histórica para el hecho local o para la historia nacional. Como en este caso ocurre, que el documento carece de un interés histórico de orden primario, pero que en relación con la pequeña historia local, con la historia de Sevilla, sí tiene al menos interés como relevante noticia para la historia anecdótica. Teníamos constancia de la existencia del documento e incluso de su transcripción por haberlo recogido en su historia inédita de la Real Audiencia el ilustre Magistrado Don Aurelio Álvarez Jusué, revelador en sus escritos de muchas noticias sobre la Justicia sevillana, pero no conocíamos materialmente el documento transcrito por él, que después encontramos en unos papeles sueltos de 1810.

Francisco Díaz Bermudo, un juez dignísimo de nuestra Real Audiencia, que había tomado posesión en el verano de 1806, ya anciano venerable, ocupaba el cargo de Regente de la Casa Cuadra el día 1º de Febrero de 1810, cuando los soldados del mariscal Soult, invadieron nuestro ciudad, ocupándola hasta 27 de Agosto de 1812. Hechos muy importantes ocurrieron durante la ocupación que han sido relatados por conocidos y competentes historiadores locales. El que comentamos hoy, nunca lo hemos visto recogido en ninguna historia local, y si lo hubiera estado no con la aportación del documento que encontramos en una parva de papeles viejos y sin clasificar correspondientes al siglo XVIII, aunque el documento corresponda a la primera década del XIX. Sin título, ni denominación alguna, suelto con otros viejos papeles, cuya lectura hay que acometer para conocer si tiene interés su texto y su contenido. Y en justa compensación, pensamos nosotros, del afán con que desde hace unos años nos venimos empeñando en reconstruir, en historiar y conocer los entresijos de la justicia histórica de Sevilla, ciudad, la nuestra, como ya en más de un artículo en el periódico ABC, he señalado –de clara vocación por la justicia.

Copio e incluyo fotocopia, para mis lectores, del curioso documento, y que apenas necesita comentario, en relación con la conducta de las tropas invasoras: “Excmo. Sr: He llegado a entender que por determinación de V.E. se halla comprehendido en el embargo el par de mulas del Sr. Regente de esta Audiencia y aunque esta providencia tiene toda la justicia que es notoria en V.E. tal vez recibirá alguna modificación con la noticia de que dicho señor, en razón de su ancianidad y achaques habituales no podrá asistir al Tribunal sin el auxilio del coche, verificado que sea su regreso que, según se me ha informado, será en el día de mañana y yo hago a V.E. esta sencilla manifestación como Oidor mas antiguo, por si en su beneficiencia pudiera tener algún lugar y de cuya gracia le vivirá reconocido. Dios guarde a V.E. por muchos años. Sevilla 10 de febrero de 1810”.

El documento lo dirige a Don Blas de Aranza, el Comisario regio de los franceses en la ciudad, el Oidor más antiguo de nuestra Real Audiencia Don Manuel de Beunza. Ya había muerto en 1807 Don Francisco de Bruna, que lo fue durante mucho tiempo, el temible Señor del Gran Poder, apelativo con que le conocían los sevillanos, y que ha sido en toda la historia judicial de Sevilla el Magistrado que durante más largo periodo -61 años-, ejerció la magistratura judicial en la ciudad: desde 1746, su toma de posesión, hasta 1807, el año de su fallecimiento.

Con esta anécdota nada importante ni históricamente trascendente, esperamos seguir contribuyendo a los anales de la riquísima historia de la justicia sevillana en la que estamos empeñados.

Don Francisco Díaz Bermudo tomó posesión de su cargo en el Acuerdo Extraordinario del lunes 23 de junio de 1806. Había llegado a Sevilla el día 19 anterior. Provenía de la Real Audiencia de Galicia, como Oidor de lo Civil. Fue nombrado por Decreto de 9 de marzo de 1806 en la vacante del anterior regente Don Vicente Duque de Estrada. La Real Cédula de su nombramiento lleva fecha 2 de junio de 1806.

Es una lástima que el documento no nos indique si el Regente fue destituido por los franceses, como parece, o al menos le levantaron el embargo que pesaba sobre sus mulas para que pudiera ir al Tribunal.

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