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Jubiloso Hito Profesional

Hoy me cabe el honor de dirigirles esta breve semblanza dedicada a Don Santiago Romero de Bustillo, hombre y magistrado insigne.

Reconozco que puedo ser parco en alabanzas hacia quien ha gozado de tan dilatada y eficiente trayectoria profesional.

Don Santiago ha sorteado con equidad y compromiso social la dura tarea de la justicia. Su labor ha sido como un transitar etéreo dentro de ese “Caballo de Troya” que es el derecho.

Don Santiago ejerció la magistratura del trabajo, se adaptó a las costumbres ancestrales de lugareños con apacible talante e hizo realidad para sí aquel verso de Calderón:

«Nada me parece justo en siendo contra mi gusto»

Recuerdo que en la década de los años ochenta del pasado siglo como Decano de la Magistratura nº1, en su amplia trayectoria profesional, Don Santiago afrontó la escalada de las cumbres borrascosas del derecho, siendo flexible ante determinados principios por sujeción a la justicia y a la verdad -como sentenció Demóstenes-.

Abordó conflictos de resentimientos históricos sin merma alguna del derecho, avalado por su eficiente trabajo y afanada ética por cumplir la norma jurídica.

Don Santiago es para mí una especie de estrella nova de la judicatura que se divisa a distancia por su rutilante tintineo. Que sobre mí recayó cual rayo luminoso, traducido bajo el lema, “Ultra et Recte”.

Hoy, aquí y ahora -distinguido público-, Don Santiago cede, trsa un amplio, feliz y bien superado currículo judicial, el testigo incurso en la balanza de la justicia.

La Filosofía del Derecho transmite que el hombre al desenvolver sus habilidades sociales, su personalidad queda vinculada a una conducta y normas de naturaleza incierta con muy diversas denominaciones: usos sociales, reglas de trato, costumbres de grupo, etcétera.

Desde algunas perspectivas doctrinales se ha defendido la existencia de una neta distinción entre el significado intrínseco de las normas del trato social y las jurídicas.

El humanista Fray Francisco de Vitoria dijo que: «La justicia es preeminente entre las restantes virtudes morales, porque se ordena a la gobernación y conservación del reino e impide las sediciones; establece la igualdad y es útil en tiempo de paz y en tiempo de guerra».

Aristóteles anticipó que la equidad es la justicia, llevada más allá de cuanto ordena la ley. Decía un proverbio latino: «El Derecho es el arte del bien y de lo Justo». Don Santiago aplicó en su quehacer diario las bases de lo que una sociedad requiere. Un ordenamiento jurídico para dictar la justicia con rigor, pero también con profundo humanismo religioso. Tuvo que adaptarse en aquellas ocasiones donde tenía presencia la Magistratura de Trabajo, hoy Juzgado de lo Social.

En la década de los años 80 del pasado siglo, tras múltiples demandas ante la Magistratura de Trabajo, donde ejercía como Decano Don Santiago Romero de Bustillo, (en cuya instancia figuraban hasta unas cuarenta y cinco), entre ellas destacaba una curiosa ganada por valor de 1.500 pesetas (hoy 9 euros), y fue la más cruel, pues gracias a la cual y a la ineptitud de los directivos de turno, me ascienden, me pagan más y me condenan al ostracismo durante 5 años, por haber denunciado las deficiencias que entonces arrastraba la sanidad.

El Tribunal Central de Trabajo, aunque muy tarde confirmó la sentencia a mi favor, y ello me valió el lema “Ultra et recte”, que me fue concedido por Don Santiago Romero de Bustillo, Decano de la Magistratura de Trabano número Uno. Sin embargo el Hospital se niega a acatarla por lo que el Sr. Magistrado D. Eugenio Suárez Palomares, de la Magistratura nº 2 lo denuncia al Fiscal Jefe. Una vez que el Juzgado de Instrucción nº 1, con fecha 18 de enero de 1991 en el Procedimiento Abreviado nº 58/91 y remitido al Juzgado de lo Penal nº 2 el 21 de octubre de 1991, Rfa. 58/91, de inmediato soy restituido a un puesto de superior categoría correspondiente a Técnico de Gestión de la Función Administrativa, por el hecho de posser el Título Superior.

De igual modo a como una mayoría silenciosa de la época en que nos tocó vivir, Don Santiago abordó conflictos de hondo resentimiento histórico-político, por cuanto la transición conducida desde un sectarismo ramplón y arribista, hizo caso omiso al peso específico del legado cultural inherente a la cartografía genética del variopinto suelo patrio y que inexorablemente corresponde al código de reconocimiento plurinacional, sin merma de derecho alguno; sólo avalado por el trabajo eficiente y la ética ciudadana afanada en cumplir la Norma.

Lo mismo sucede con el patrimonio y riqueza económica sujeto a toda una trayectoria de pasado, presente y futuro, cuyas pautas deben ser preservadas a toda costa porque constituyen el sustento de las familias y generaciones venideras.

A tal punto lo recogía Eurípides, cuando decía “La justicia no reside en los ojos de los mortales, sino en la justa apreciación del deber ético que corresponde a toda sociedad ligada a lo divino”.

Y hago mía la intención de este preámbulo, tan solemne; cual corresponde a una jubilosa travesía, afirmando como lo hizo en su día Goethe: “Hoy, aquí y ahora, cedo el testigo fiel de la balanza judicial”.

Y quedo satisfecho de modo manifiesto porque mi labor y experiencia han contribuido a una Lex Nova; más justa, si cabe apreciar por el desarrollo de valores democráticos, procedimientos flexibles y costas equiparables a una sociedad de avanzado rango de libertades.

Emerge así un nuevo estilo; un ritmo diferenciado de impartir Justicia. Un insigne preceptor: Don Santiago Romero de Bustillo. “Ultra et recte”.

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