Seleccionar página

Jaime García Luna, in Memorian

Por la prensa diaria, se ha conocido que el 21/04/04 falleció Don Jaime García Luna, Letrado que fue del Colegio de Sevilla desde el 27/02/80, en que se dio de alta, con casi 40 años de edad, dado que había nacido en Alcalá de Guadaira el 20/11/40, en cuyo colegio de salesianos estudió el bachillerato.

Por tanto, su vocación fue tardía, pese a su brillante expediente académico en la Facultad de Derecho de Sevilla, donde compartió las aulas con distinguídisimos compañeros de cuya competencia y amistad siempre presumió, tardanza en incorporarse profesionalmente al ejercicio del Derecho que se debió a su necesidad de dedicarse en exclusiva al negocio familiar de aderezo, relleno, envasado y exportación de aceitunas de mesa, lo que hizo con tal intensidad y extensión que llegó a dominar todas las faenas de la actividad, llamando la atención por la variedad de los cometidos que asumía porque no concebía ocio alguno al respecto, de modo que tanto conducía una carretilla o descargaba un camión como realizaba grandes operaciones mercantiles.

El día 26/05/69 contrajo matrimonio con Doña Encarni Abad Montaño y fruto de esa unión han sido sus tres hijos: Jaime, Sonia y David.

El año 1978 fue decisivo para él en lo que atañe al ámbito del Derecho, dado que se crearon las asociaciones empresariales y, concretamente, la del Olivo y la de la Grasa (A.S.E.O.G.R.A.), de la que se le nombró Secretario General -al fallecer era su Presidente- y, de inmediato, comprendió que le era imprescindible dominar la técnica jurídica de las relaciones laborales y, muy particularmente, las negociaciones colectivas y los trabajadores fijos discontínuos, en lo que, transcurrido algún tiempo, llegó a ser uno de los máximos especialistas en España, y, para ello, ideó una manera singularísima de aprender -como se escribió en necrológica dedicada a él-, cual fue acudir como público a las Magistraturas de Trabajo, en principio sólo a los juicios por celebrarse en audiencia pública, pero a los pocos días pidió permiso a los Magistrados para presenciar las conciliaciones -entonces a puerta cerrada-, incluso puedo añadir que a cambio de guardar puerta en la Sala, esto es, ayudar o suplir a los Agentes Judiciales, porque en aquella época las plantillas eran muy escasas.

Así se pasaba todas las mañanas, por supuesto, con su traje negro, corbata y zapatos del mismo color, más camisa blanca, lo que se debió a que en cierta ocasión vio que un profesional combinó la toga negra con indumentaria de colores chillones, oyendo el comentario desfavorable de que, aparte las exigencias de la Ley Orgánica, estaban las del buen gusto.

Tomaba notas de lo que oía, preguntaba sobre ello a los profesionales que intervenían, estudiaba cada tarde las materias correspondientes y, al día siguiente, aclaraba las dudas con el Magistrado a cuya Sala había acudido.

Así, poco a poco, se le fue despertando una afición que determinó su antedicha colegiación y el consecuente ejercicio profesional de la Abogacía, pero sin abdicar de su origen formativo, por ello, siguió asistiendo todos los días a las conciliaciones y juicios, como público o como letrado, asimiló a la perfección la actuación en el proceso, estando sumamente pendiente en los juicios de cualquier variación sustancial introducida de contrario para oponerse a ello y, en su caso, formular respetuosa protesta.

Comenzaba su jornada a las 5 de la mañana, dedicando las primeras horas al estudio de la jurisprudencia y legislación, en lo que estaba totalmente al día, conocimientos que siempre puso a disposición de magistrados y compañeros, a los que jamás negó dato jurídico alguno, aunque tuviesen posturas procesales contrarias, por lo cual se dijo recientemente de él que pasó a ser no sólo “un maestro en los pasillos” sino también un “desinteresado cirineo de todos”.

Su presencia era una tranquilidad para todos y su gran preparación también estuvo influida por lo que él denominaba “su formación continua”, consistente en lo antedicho y también en su asistencia a cursos, seminarios y conferencias, donde participaba con un entusiasmo efectivo, contagiante y agotador, primordialmente para los conferenciantes, por sus numerosas preguntas.

Tan agradecido estuvo a las atenciones que recibía de conferenciantes y directores, a aquéllos por lo expuesto y a éstos por autorizarle la entrada, que en cierta ocasión él mismo y a su costa organizó -en el Hotel Meliá de Sevilla- un curso sobre negociación colectiva, en el que intervinieron magistrados y catedráticos especializados en la materia.

Su estudio profundo de la jurisprudencia social le llevó a familiarizarse con los nombres de los magistrados que, por cierto, incluía en las citas de las sentencias -incluso con calificaciones de los mismos si eran buenas-, lo que evidentemente no era correcto pero se debía a la alegría que le producía su trabajo, al afecto que día a día iba tomando a los magistrados a través de la lectura de sus resoluciones y, asimismo, a que una vez oyó a un catedrático a quien admiraba que “las sentencias tienen nombre y apellidos”.

Fue un defensor a ultranza del orden jurisdiccional social y de cuantos participaban en él, cualquiera que fuese su función -magistrados, abogados, graduados sociales, secretarios, funcionarios, etc…-, por lo que en todos los que lo tratamos ha dejado un recuerdo imborrable de laboriosidad sin límite, desinterés, sentido de la amistad y del agradecimiento, en definitiva, de bondad, convivenvia y respecto. Descanse en paz.

Santiago Romero de Bustillo.
Representante del Poder Judicial

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Colaborar en LTD

Colaborar en LTD

Si quieres escribir un artículo en nuestra revista, envíanos un mail y si es de interés para el colectivo, lo publicaremos.

Suscríbete a nuestro
Newsletter

Recibe el mejor resumen de contenidos.
Artículos, información legal, actualidad, formación y mucho más.
Compromiso de contenidos de primer nivel.

El Ilustre Colegio de Abogados de Sevilla tratará los dato que nos facilite con el fin de enviarme información exclusiva relacionada de La Toga Digital. Tiene derecho a acceder a sus datos, rectificarlos y suprimirlos, así como a otros derechos. Más información en nuestra política de privacidad