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Abogados y mediadores ¿enemigos íntimos?

Abogados y mediadores ¿enemigos íntimos?

Abogados y mediadores ¿enemigos íntimos? Así comenzaba el trabajo fin de Master de mi amigo Ramón, así comenzaba a desgranar porque los abogados hemos sido los últimos en llegar a las cenizas del conflicto.

El público en general percibe a los abogados como aquellos profesionales que ante el mandato legislativo, necesitan ir a juicio, no como expertos en solucionar sus problemas. Creo que es nuestra misión ya de una vez por todas cambiar esa percepción.

Es más, los colegios profesionales de abogados ya están intentando cambiar esa inercia con la creación de comisiones e incluso institutos de mediación… pero ¿y la mentalidad? ¿Quién cambia la mentalidad de las personas y de nosotros mismos como profesionales?

• Cuando recibimos a un cliente que nos confía su asunto, empezamos a pensar en las distintas posibilidades para ganar según sus intereses, que se convierten rápidamente en los nuestros y, con ello, pasamos a contactar con la otra parte para tras el intento de acuerdo negociado. Surge la “amenaza” velada de que si no responde a nuestros requerimientos nos veremos obligados a interponer la demanda.

• Seguidamente nos convertimos en unos expertos procesalistas con el paso del tiempo; así aprendimos en nuestras facultades de derecho, asi nos convertimos en intérpretes de la ley y huimos de cuantos sentimientos y emociones afloran en un conflicto, aquel que se nos confió desde el primer momento. Solo aquellos compañeros que hicieron de esta profesión el rigor, que hoy en día demanda, saben que con el paso del tiempo son las exposiciones de motivos y los títulos preliminares los que pueden marcar un camino distinto para llegar al éxito procesal.

• Con estos ingredientes, la mediación estuvo oculta en su verdadera esencia que supone su vertiente extraprocesal. Nos es difícil hablar de flexibilidad en un mundo “encorsetado” por los plazos y términos. Y más si como piensan muchos “siempre hemos sido mediadores” con nuestra simple intención de intentar llegar a acuerdos previos que eviten la judicialización. Un gran error pues abogados y mediadores, como ya piensan muchos, “somos complementarios”.

La mediación: mejor aliada

La mediación se puede convertir en nuestra mejor aliada. Una herramienta más, junto al asesoramiento, la consulta o el pleito, pero para ello tenemos que cambiar, existe un gran temor a perder protagonismo porque fuimos “concebidos en nuestras universidades” para liderar los conflictos y nos asusta velar porque las partes que se encuentren en él se atribuyan el éxito del acuerdo, uno de los principios básicos de esta filosofía de trabajo.

No solo no tendremos merma en nuestra trabajo por la participación en este proceso de psicólogos, trabajadores sociales, sociólogos, notarios, registradores o mediadores si no que nos podremos nutrir y especializar en muchos mas asuntos que no solo requieran de la via judicial.

Tampoco debemos pensar el mantener al margen a los asesores o abogados de las partes cuando nos encontramos ante un proceso intrajudicial o en el que existan con independencia de un proceso. No es ni desnaturalizar el proceso de mediación, ni un recurso “garantista” del acuerdo; más bien el mediador bien formado y, aquí reivindico ese requisito sine qua non, para poder ejercer este extraordinaria profesión, sabe que la presencia y la esencia de los abogados en las etapas de la mediación no tiene porque romper el protagonismo de las partes en sus decisiones.

No puedo decir otra cosa más que la mediación, queridos amigos letrados, es la mejor fórmula cuando las partes que se encuentren en conflicto, vayan a continuar relacionándose en el tiempo; e incluso me atrevería a decir ya por mi experiencia como abogado y mediador, que casi la única.

Una vez leí de un compañero cual era la reacción del abogado ante la mediación, y las trataba de la siguiente forma:

1. Existen los “entusiastas”: siendo aquellos que creen en el proceso de mediación, lo apoyan y difunden e incluso algunos se forman a toda costa como mediadores.

2. Están los “indiferentes”: abogados que sin involucrarse en esta nueva profesión perciben que se necesita una transformación en la Justicia, un cambio, pero no se deciden a apoyar la mediación definitivamente manteniéndose al margen de esta nueva corriente.

3. Y, por último, están los “desconfiados”: Aquellos que se oponen abiertamente y exteriorizan una actitud escéptica, escudándose en que las mejoras deben ir siempre encaminadas a potenciar una “eficaz tutela judicial efectiva” y no estos métodos alternativos.

Abogados y mediación

Si algo hemos aprendido los mediadores es a respetar opiniones, aunque no las compartamos, por eso entiendo muchas de la ideas que están en la mente del abogado tradicional cuando no quiere convertirse en un mediador. Aquí van algunas de ellas:

• Muchos piensan que, cuando alguien acude a un abogado, ya se agotaron todas las posibilidades de entendimiento porque lo primero que hace un ser humano es comunicarse ante la adversidad y difícilmente una relación que rompió la comunicación entre ellos, se puede ya arreglar.

• También se puede pensar en la eficacia ejecutiva del acuerdo de mediación o si posteriormente hay que elevar a público ese acuerdo que tanto ha costado, por lo que el mediador y las partes habrían de comparecer en la notaría, lo que supone nuevos costes, algo contrario a lo que se está “vendiendo” de las ventajas de la mediación por sus bondades económicas.

• Existe por la llamada confidencialidad cierta incompatibilidad entre la figura del mediador y la del abogado. Un abogado no deberá intervenir como mediador en asuntos relacionados con sus clientes por incompatibilidad de intereses.

• Y por último me atrevería a indicar que existe cierto desasosiego por la presencia de tantas profesiones revoloteando alrededor de la mediación.

Pero para mi lo más importante, nos olvidamos de la satisfacción personal del abogado, que debe llevarnos a contestar a las siguientes preguntas:

• ¿Por qué estudiasteis Derecho?

• ¿Por qué os hicisteis abogados/as?

• ¿Cuándo consideramos nuestro trabajo bien hecho?

Si contestáramos a ellas, todas nos llevan a la esencia y la filosofía de la mediación, dice un buen amigo y compañero mío, el profesor Valle, que dejemos que se peleen las palabras y no las personas, ya e un minuto hablando puede resolver una vida.

¿Qué me ha enseñado la mediación?

• He tenido que desaprender para aprender.

• He preguntado a mis clientes qué podemos hacer con lo que te ha pasado.

• He tenido que hacer responsables de la solución a quienes están implicados.

• He tenido que hacerles ver una oportunidad donde ellos ven un problema.

• He tenido que ver que detrás de los papeles hay sentimientos y actitudes.

• He tenido que generar confianza entre las partes en conflicto y entre el mediador y las partes, así como confianza en el proceso de mediación. (directrices ONU)

• He tenido que ayudar a generar ideas para el debate, velando por que puedan atribuirse el mérito de los acuerdos alcanzados (Directrices de la ONU 2012)

Es un reto trabajar por el poder de la palabra y un verdadero reto para la implantación de una justicia de calidad, abogados y mediadores seguiremos siendo ¿enemigos íntimos?

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